En un planeta en el que millones de personas viajan cada año a los mismos lugares, existen rincones que apenas reciben visitantes. Son territorios aislados, frágiles, dispersos en mitad del océano o alejados de las grandes rutas aéreas, donde el turismo no ha entrado con la misma fuerza que en otras partes del mundo. La lista de los países menos visitados del mundo funciona casi como un mapa secreto: destinos que muy pocos pisan y que, sin embargo, guardan historias, ecosistemas únicos y culturas que sobreviven lejos del ruido global.
La Organización Mundial del Turismo los sitúa en la parte más baja de su clasificación anual. Para algunos viajeros, ese dato es una invitación. Para estos países, en cambio, el turismo que llega suele ser mínimo, puntual y profundamente transformador para sus economías. Aquí repasamos los cinco territorios con menos llegadas internacionales.
1. Tuvalu
Tuvalu es un archipiélago tan remoto que, incluso en el mapa, cuesta localizarlo. Situado a unos 4.000 kilómetros de Australia, forma parte de la Polinesia y es uno de los estados independientes más pequeños del planeta. Sus nueve atolones suman apenas 26 km² de superficie y sus 11.000 habitantes viven en un equilibrio constante con el océano.
Llegar a Tuvalu no es sencillo: solo hay vuelos desde Kiribati y Fiyi, y el aeropuerto internacional de Funafuti funciona casi como un acontecimiento diario para la isla. En 2018 recibió únicamente unas 2.500 visitas internacionales. Eso lo coloca, año tras año, entre los países menos visitados del mundo.
Lo que ofrece este pequeño estado es precisamente lo que escasea en el turismo global: playas desiertas, aldeas que viven sin prisa y una relación íntima con el mar. Es un destino para quien de verdad busca aislamiento.
2. Kiribati
Kiribati tiene una peculiaridad que lo vuelve inolvidable: es el primer país del mundo en recibir el Año Nuevo. En el año 2000 modificó su huso horario hasta alcanzar el GMT+14, asegurándose ese privilegio simbólico. Pero más allá de la anécdota, este país formado por 32 atolones y la isla Banaba tiene una superficie de 810 km² y una población de alrededor de 110.000 personas.
El turismo hacia Kiribati sigue siendo testimonial: apenas 7.100 visitantes en 2018. Su aislamiento hace que sea un reto logístico para cualquier viajero, y al mismo tiempo lo convierte en un destino completamente diferente a los circuitos habituales.
Es un lugar donde la vida gira en torno al océano, con comunidades que dependen de la pesca y mantienen tradiciones polinesias casi intactas. Para muchos, ahí reside su atractivo: autenticidad sin filtros.
3. Islas Marshall
Las Islas Marshall están repartidas en 29 atolones y cinco islas volcánicas que suman 181 km² de superficie. Esta república de Micronesia, independiente desde 1990, carga un pasado marcado por los ensayos nucleares estadounidenses de mediados del siglo XX, especialmente en Bikini y Enewetak. Pero también guarda un ecosistema marino privilegiado.
Pese a este interés histórico y natural, en 2017 recibió solo 6.800 visitantes internacionales. Eso la coloca de lleno entre los países menos visitados del mundo.
Hoy las Islas Marshall son conocidas también por una decisión política sorprendente: convertirse en el primer país que adoptó una criptomoneda propia como divisa oficial. Una medida tan singular como su geografía dispersa, su pasado reciente y el desafío constante de la subida del nivel del mar.
4. Niue
Niue es un caso especial. Tiene autogobierno, pero mantiene un vínculo estrecho con Nueva Zelanda. Situado en un triángulo formado por Tonga, Samoa y las Islas Cook, es un bloque de origen coralino al que llaman “la Roca de Polinesia”. Su aislamiento es tal que muchos viajeros solo llegan tras combinar varios vuelos y escalas.
En 2017, Niue recibió unas 10.000 visitas, una cifra baja en comparación con cualquier destino turístico, pero altísima para su tamaño. Aun así, se mantiene entre los países menos visitados del mundo, en parte porque su infraestructura turística es modesta y porque su geografía —un acantilado continuo rodeado de océano— limita cualquier intento de masificación.
Es un destino para los que buscan calma absoluta: aguas transparentes, paisajes lunares de coral y una población que te recibe casi como a un vecino.
5. Islas Salomón
Las Islas Salomón son uno de los archipiélagos más fascinantes del Pacífico. Sus más de 990 islas se reparten entre dos grupos principales: el archipiélago homónimo, al sureste de Papúa Nueva Guinea, y las islas Santa Cruz, más al norte. Con una superficie de 28.450 km² y unos 650.000 habitantes, es un país grande pero aislado, donde el turismo sigue siendo escaso: alrededor de 25.700 visitantes en 2017.
El pasado bélico está muy presente. Durante la Segunda Guerra Mundial fueron escenario de la Batalla de Guadalcanal, y aún hoy es posible ver restos de tanques, aviones y barcos hundidos convertidos en arrecifes artificiales. Eso, unido a selvas densas, montañas remotas y lagunas paradisíacas, convierte a las Islas Salomón en un destino sorprendente para quien busca naturaleza cruda y memoria histórica.
Pese a su potencial, sigue figurando entre los países menos visitados del mundo, en parte por su lejanía y en parte por su limitada conectividad aérea.
